La inquietud y la ansiedad predominaban el martes entre los migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos y que se vieron sorprendidos por una redada en la que fueron detenidas cientos de personas, incluidas mujeres y niños.
Según el Instituto Nacional de Migración (INM) de México, 367 migrantes fueron llevados a un centro de detención al sur del estado de Chiapas, lo que supone el mayor operativo registrado contra una caravana desde que a fines del año pasado comenzó a proliferar esta forma de migrar entre quienes huyen de la pobreza y la violencia sobre todo en el norte de Centroamérica.
La entidad dijo en un comunicado emitido casi a la medianoche del lunes que había «rescatado» a esos migrantes, entre ellos un «número significativo» de menores, porque después de una revisión migratoria «iniciaron una agresión al personal del INM… Por esta razón se solicitó el apoyo de la policía federal», agregó la nota.
Periodistas de The Associated Press en el lugar no vieron agresión alguna por parte de los migrantes, salvo una piedra lanzada al aire, aunque en un segundo operativo y a la vista de que las autoridades estaban deteniendo a hombres, mujeres y niños, parte de la caravana sí se armó con palos que no utilizaron.
Migrantes escondidos
Durante las detenciones del lunes cientos de otros migrantes huyeron internándose en la maleza junto a la autopista en el estado de Chiapas para eludir a las autoridades.
Muchos ya han descubierto que no encontrarían la misma hospitalidad que recibió a otras caravanas y ahora saben que caminar por la autopista tampoco es seguro.
Óscar Johnson Rivas huyó montaña arriba cuando los agentes se cernieron sobre la caravana y pasó seis horas escondido entre la densa vegetación antes de que él y otros volvieran con cautela a la autopista. Algunos migrantes, mujeres y niños incluidos, seguían escondidos sin comida.
«Lo que hicimos fue buscar el monte y alejarnos lo más posible para que no nos pudieran agarrar», dijo Rivas, un soldado salvadoreño de 45 años que dijo que huyó de su país por amenazas de pandillas.
«Nos agarraron sin piedad, como que fuéramos animales», dijo de las autoridades mexicanas. «Eso es una barbaridad porque somos humanos todos».