Daniel Olvera desafía los cruceros y los estereotipos de la sociedad realizando malabares en su monociclo.
Definitivamente ya no hay límites en la creación de nuevas disciplinas extremas. Antes reservados sólo para payasos de circo ymalabaristas talentosos, los monociclos se han convertido en el nuevo objeto de culto para los amantes de las prácticas urbanas.
Daniel Olvera de 25 años domina el monociclo ágilmente así como los mazos para hacer malabares en los cruceros de esta ciudad.
El arte circense se convirtió en su gran pasión y en su fuente de ingresos, aunque «ser malabarista no es cosa fácil», expresó ya que algunas personas lo asocian con la vagancia y los vicios.
En entrevista con Daniel comenta que siempre le han llamado la atención los deportes extremos, incluso dice que antes de ser malabarista era ‘Skater’ y se reunía con otros jóvenes para patinar en algunos espacios públicos de la ciudad. Estudiaba la carrera de Sociología en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, la cual tuvo que dejar por problemas económicos.
Al dejar la universidad, Daniel decidió probar su suerte en la CDMX, en las calles de esa ciudad conoció otros jóvenes con los que aprendió diversas técnicas de malabarismo.
“Estuve un tiempo viviendo en la Ciudad de México y conocí un chavo allá que manejaba un monociclo grande y me llamó mucho la atención y otro chavo que vendía periódico me enseñó a hacer malabares.
Empecé a malabarear con unas cadenas y ese chavo me enseñó hacer malabares con pelotas y adquirí en este monociclo en el estado de Chiapas, luego regresé a Victoria y conocí a otro chavo que venía de Reynosa haciendo malabares con un balón y me enseño el truco y ese es el número especial que vengo a presentar, malabares con el balón montado en el monociclo”.
Comentó que el arte circense es lo que le apasiona, pero también es una forma de ganarse la vida de manera honesta por lo que pasa la mayor parte de la tarde presentando su espectáculo callejero en diversos cruceros de la ciudad.
