Después de 10 años de búsqueda sin éxito, miles de personas se unieron en el centro de Ciudad de México para apoyar a las familias de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014. La marcha exigió verdad y justicia no solo por ellos, sino también por más de 115 mil desaparecidos en el país, resonando consignas como «Ayotzi somos todos» y «Fue el estado».
Entre los manifestantes, se podían ver rostros marcados por el dolor y la frustración por la falta de respuestas, pero también gratitud hacia quienes han brindado su apoyo. Algunos pintaban en paredes y comercios mensajes demandando la aparición de los estudiantes. «Es notable que aún haya gente que apoye», comentó Margarito Guerrero, padre de uno de los desaparecidos, mientras caminaba bajo la lluvia. «Nadie imaginó que estaríamos aquí tanto tiempo después, sin respuestas».
Lourdes Silva, una ama de casa que participó en la marcha con su hija, pidió que se siga presionando para poner fin al sufrimiento de las familias. Los nombres de los 43 jóvenes resonaron por las calles, mientras el centro de la ciudad estaba resguardado ante posibles brotes de violencia. A pesar de que la actual administración ha reconocido el caso como un «crimen de Estado» y ha señalado la implicación de un cártel y fuerzas de seguridad, López Obrador minimizó las torturas de la administración anterior, argumentando que las acusaciones contra el Ejército responden a «intereses políticos». La ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresaron su preocupación por la falta de resultados y la «paralización» del caso, denunciando un «pacto de silencio» que impide identificar a los responsables.
Activistas y organizaciones civiles de diversos países de América Latina pidieron más acciones de la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum. Fundar, una ONG que acompaña a las familias, subrayó el «funcionamiento impune del dispositivo de desaparición» en México.