Corea del Sur y Corea del Norte empataron a cero en el primer partido disputado por ambos vecinos en Pionyang en 30 años, un histórico partido «fantasma», por la decisión del régimen norcoreano de no televisarlo en directo y prohibir el acceso al estadio a sus propios ciudadanos.
Los dos países, que técnicamente se mantienen aún en guerra desde hace más de 70 años, empataron sin goles en el estadio Kim Il-sung de la capital norcoreana en un cruce del que apenas se pudo saber nada en tiempo real.
En un país regido por el opaco régimen de Kim Jong-un lo habitual es no emitir en directo los partidos de la selección (el anterior encuentro con victoria ante Líbano por 2-0 se mostró con un día de retraso) pero se pensó que se haría la excepción por tratarse del primer cruce intercoreano jugado en suelo norteño desde octubre de 1990: no fue así.
Tras el acercamiento diplomático de 2018, Corea del Norte ha endurecido su postura ante su vecino ante la falta de avances en las negociaciones sobre desnuclearización con Estados Unidos, principal socio militar del Gobierno de Seúl.
Así, Corea del Norte decidió no emitir visados para nadie a excepción de jugadores y cuerpo técnico surcoreanos: ni aficionados, periodistas o equipos de retransmisión televisiva del Sur obtuvieron el permiso especial que requieren para ir al país vecino.
No obstante, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, sí recibió aparentemente un salvoconducto del régimen para estar en el palco, tal y como informó el Gobierno surcoreano.
A falta de conocer su opinión (o de confirmar siquiera que de hecho pudo estar en el estadio dada la falta de información), es muy posible que Corea del Norte no se le haya antojado un escenario ideal para coorganizar el Mundial femenino de 2023, idea propuesta recientemente por la federación surcoreana (KFA).
La información sobre el pitido inicial del encuentro llegó con más de 15 minutos de retraso a través de las cuentas de Twitter y páginas web de la KFA, de la propia FIFA y de la confederación asiática (AFC).
La demora en la retransmisión acabó por corregirse, aunque en la primera parte la única incidencia que se dio a conocer, más allá de que no hubo nadie en las gradas, fue que hubo una riña entre futbolistas de ambos equipos al poco de rodar el cuero y que el lateral izquierdo norcoreano, Ri Yong-jik, vio la amarilla a la media hora de juego. Nada más.
En la segunda parte el portugués Paulo Bento, seleccionador de Corea del Sur, cambió en ataque a Na Sang-ho y Hwang Ui-jo por el joven Hwang Hee-chan, que a sus 23 años está completando un buen arranque de temporada en el Salzburgo, y el gigantesco Kim Shin-wook, que mide 1.98.
No pareció ser suficiente para que su equipo anotara.
Y así, tras los cambios de rigor y tarjetas amarillas para jugadores de ambos equipos acabó el partido, correspondiente a la tercera jornada del grupo H dentro de la segunda ronda clasificatoria en Asia para el Mundial de 2022.
Queda por ver si Corea del Norte, tal como ha prometido, entregará al Sur un DVD con las imágenes de un encuentro tan histórico como tristemente extravagante que al final solo sirvió para subrayar la dolorosa brecha que desde 1945 mantiene partida en dos a la península coreana.