La madrugada de este domingo en Ucrania fue una contradicción brutal: mientras el país sufría el que autoridades califican como el mayor ataque aéreo ruso en semanas, se concretaba también la liberación de los últimos 303 prisioneros de guerra ucranianos, cerrando un acuerdo de canje mil por mil firmado días antes en Estambul.
La ofensiva rusa, lanzada durante la noche del sábado, dejó al menos 12 muertos y 79 heridos en varias regiones del país. Kiev, una vez más, fue epicentro del dolor: solo allí, tres personas perdieron la vida y cerca de 30 resultaron heridas, incluidos seis niños. Una familia entera en Zhitómir fue alcanzada por los misiles; los tres hijos murieron y los padres sobrevivieron, aunque la madre se encuentra en estado crítico.
“Una mañana de domingo difícil después de una noche sin dormir”, expresó el canciller ucraniano Andrí Sibiga. En un mensaje publicado en X (antes Twitter), el diplomático lamentó que “Rusia lanzó cientos de drones, misiles de crucero y balísticos contra ciudades ucranianas, hiriendo y matando a civiles”.
El ministro del Interior, Igor Klimenko, detalló que los ataques alcanzaron más de 80 edificios residenciales y provocaron al menos 27 incendios. A pesar de que la Fuerza Aérea logró interceptar 266 drones y 45 misiles, muchas zonas fueron impactadas.
La violencia contrastó con el avance diplomático logrado entre Kiev y Moscú: ese mismo día concluyó exitosamente el último paso del mayor intercambio de prisioneros desde el inicio de la guerra. En total, mil combatientes de cada lado regresaron a sus hogares tras un proceso negociado en Turquía.
“Gracias al equipo que trabajó sin descanso para implementar esto con éxito”, escribió el presidente Volodímir Zelenski en Telegram, al anunciar el cierre del acuerdo, que incluyó soldados del ejército, la Guardia Nacional y servicios especiales.
Sin embargo, el presidente ucraniano no dejó pasar el momento para pedir una respuesta internacional más firme frente a Rusia. “Sin una presión realmente fuerte sobre las autoridades rusas, esta brutalidad no puede pararse. El mundo conoce las debilidades de su economía. Es posible frenar esta guerra, pero sólo con fuerza y decisión”.
Mientras Ucrania sigue contando sus víctimas y apagando incendios, también intenta aferrarse a los pequeños logros en medio del caos. Un país que, incluso bajo fuego, sigue apostando por la vida.