La represión no puede callar la inconformidad

La masacre de Tlatelolco en 1968, la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 y los 130 mil desaparecidos buscados por sus madres en México comparten una misma raíz: la “injusticia” gestada por más de medio siglo en el país, una verdad presente en ‘No nos moverán’, la película mexicana que revive el “afán de justicia”, afirma su protagonista, Luisa Huertas.

El 2 de octubre de 1968, Huertas tenía 17 años, pero recuerda vívidamente esa fecha que marcó “un hito en la historia de México”, porque, dice “¿cómo olvidar el momento en que el Ejército se metió en las escuelas con bayonetas caladas, tanquetas, perros y soldados?”, provocando la muerte de más de 300 estudiantes.

“Estaba en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes), estudiando la carrera, muy jovencita, y se metieron”, cuenta la intérprete sobre el día en que el Ejército mexicano y su grupo paramilitar, el Batallón Olimpia, reprimieron una manifestación pacífica en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970).

La intérprete, de 74 años, explica que ese período, liderado por el entonces hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI), marcó “un hito en la historia del país” porque quedó claro que “no se podía continuar solo con la represión para callar la inconformidad”.