Alrededor de tres mil migrantes han decidido avanzar en pequeñas caravanas y por caminos de extravío de Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, a la ciudad de Tapachula.
Lo hacen caminando, en transporte público y vehículos de traficantes de personas, con el objetivo de conseguir documentos que les permita continuar su viaje a Estados Unidos sin que el Instituto Nacional de Migración (INM) ni la Guardia Nacional (GN) los detengan.
Por otro lado, a la orilla del río Suchiate, que divide a México con Guatemala, un poco más de 300 migrantes en su mayoría de Venezuela y Haití acampan a la intemperie y casas de campañas en espera de que autobuses del Instituto Nacional de Migración (INM) los traslade a la capital chiapaneca Tuxtla Gutiérrez para que puedan acceder a un permiso de palabra que les permita por tres días continuar su viaje a los Estados Unidos.
Durante un recorrido por la orilla del afluente, se pudo observar a familias con varios menores lactando, quienes se resguardan del ardiente sol bajo los árboles y duermen sobre cartones.
Algunos se resguardan en casas de campañas, pero cuando llueve las mujeres se quejan de que el lugar se inunda de agua y los niños se mojan, provocando que muchos se encuentren enfermos de tos, fiebre y enfermedades gastrointestinales.
Denunciaron que el Instituto Nacional de Migración está dando prioridad a personas que viajan solos y dejan por último a familias con menores de edad.
«Yo tengo casi una semana esperando que me llamen de la lista para poder viajar con mis hijos, pero solo nombran a los que viajan solos», dice molesta una mujer venezolana que pidió el anonimato por temor a represalias.
La mujer prepara arroz con salchicha en una improvisada fogata, aprovechando que sus tres menores hijos duermen sobre unos cartones bajo la sombra de un árbol.
Mientras otro grupo de personas aprovechan para lavar la poca ropa, otros se bañan en las contaminadas aguas del Suchiate, que luce de color chocolatosa.