Harry Belafonte, el gigante del espectáculo y los derechos civiles que comenzó su carrera como un actor y cantante innovador y se convirtió en activista y voz de la consciencia, ha muerto. Tenía 96 años. Belafonte murió ayer de insuficiencia cardíaca congestiva en su casa de Nueva York, acompañado por su esposa Pamela, dijo Ken Sunshine, de la firma de relaciones públicas Sunshine Sachs Morgan & Lylis.
Estuvo casado tres veces, la más reciente con la fotógrafa Pamela Frank, y tuvo cuatro hijos. Tres de ellos, Shari, David y Gina, se convirtieron en actores.
Con un rostro resplandeciente y una voz cautivadora y ronca, Belafonte fue uno de los primeros artistas negros en obtener una gran cantidad de seguidores en el cine y en vender un millón de discos como cantante; muchos todavía lo conocen por su éxito “Banana Boat Song (Day-O)”.
Sin embargo, forjó un legado mayor una vez que redujo su carrera como actor en la década de 1960 y ejerció el decreto de su héroe Paul Robeson, quien decía que los artistas son “guardianes de la verdad”.
Belafonte se mantiene como un modelo y el epítome los famosos activistas. Pocos siguieron a la par de su compromiso y ninguno con su talla como punto de encuentro entre Hollywood, Washington y el movimiento por los derechos civiles.
Belafonte no sólo participó en marchas de protesta y conciertos benéficos, sino que también ayudó a organizarlos y recibir apoyo para ellos. Trabajó en estrecha colaboración con su amigo y contemporáneo, el reverendo Martin Luther King Jr., a menudo interviniendo en su nombre tanto con políticos como con otros artistas y ayudándolo financieramente.
Arriesgó su vida y su sustento, estableciendo altos estándares para las celebridades negras más jóvenes, incluso llegó a llamarle la atención a Jay Z y Beyonce por no cumplir con sus “responsabilidades sociales” y asesoró a Usher, Common, Danny Glover y muchos otros.
En la película de 2018 de Spike Lee, “BlacKkKlansman” fue apropiadamente elegido para interpretar a un anciano estadista que instruye a jóvenes activistas sobre el pasado del país.
Belafonte sirvió ocasionalmente en el gobierno, como asesor cultural del Cuerpo de Paz durante la administración Kennedy y décadas más tarde como embajador de buena voluntad de UNICEF.
Por su carrera cinematográfica y musical, recibió el Premio Humanitario Jean Hersholt de la academia de cine, una Medalla Nacional de las Artes, un Grammy por su trayectoria y muchos otros premios honoríficos. Para él fue un placer especial ganar un Premio de los Críticos de Cine de Nueva York en 1996 por su trabajo como gangster en “Kansas City” de Robert Altman.
“Estoy tan orgulloso de ese premio de los críticos de cine como de todos mis discos de oro”, escribió en sus memorias.