Las violaciones a los derechos humanos prosiguieron en 2022 en América Latina y el Caribe -de Colombia a Cuba, de Haití a El Salvador, de Venezuela a Nicaragua- y agravaron un panorama regional marcado por el deterioro social, la intolerancia política y la descomposición económica.
El mapa interamericano de retroceso quedó ayer sábado bajo la mirada global por una fecha que, como la de cada 10 de diciembre, siempre marca un antes y un después: el Día de los Derechos Humanos.
“Mires donde mires, en todo el mundo se está atacando el derecho a la protesta”, advirtió la francesa Agnés Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional (AI), organización mundial no estatal de defensa de los derechos humanos.
“Sólo lo largo de los 12 últimos meses, desde Irán hasta Cuba y más allá, hemos visto infinidad de movimientos de protesta a los que los gobiernos han respondido con medidas de represión”, afirmó Callamard, en un mensaje por este día para clamar por alzar la voz en solidaridad “con personas que están pagando un elevado precio por haber alzado la suya”.
Un problema creciente
El Día de los Derechos Humanos fue instaurado en 1948 a propósito de que, el 10 de diciembre de ese año, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con un agravamiento de la represión en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Guatemala o El Salvador o con escenarios mortales y sangrientos de caos en Haití, una pregunta sobrevuela en un día de referencia mundial: ¿hay algo que celebrar?
“Claro que hay que celebrar”, afirmó la abogada nicaragüense Vilma Núñez, presidenta del (no estatal e ilegalizado) Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).
“Se conmemora el nacimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, piedra angular en la que descansan el desarrollo jurídico normativo y los instrumentos con los que se puede luchar y argumentar de que lo que se está reclamando no es una dádiva, no es un regalo, no es una concesión: es un derecho”, dijo Núñez.
“Esa concesión de derechos de nuestras acciones diarias hay que celebrarla. La mejor celebración es la posibilidad de luchar con argumentos. No es cuestión de decir: ‘¡Qué lindos están estos instrumentos!’. No. Los derechos humanos están en constante transformación. No son estáticos. Y siempre hay nuevas demandas y luchas que impulsar”, agregó.
“Hoy tenemos que hacer el propósito de seguir luchando y demandando que haya nuevos reconocimientos de derechos humanos, pero sobre todo que haya nuevos mecanismos y más eficaces para que estos no se queden en letra muerta en los textos, sino que se puedan ejecutar para que los podamos disfrutar”, aseveró. Al admitir que “lamentablemente la vigencia absoluta de los derechos humanos sigue siendo una aspiración de la humanidad”, desnudó el caso con el sistema izquierdista de Nicaragua.
“Tenemos un régimen totalitario en Nicaragua que violenta los derechos humanos e impulsa una política de exterminio en contra de la población nicaragüense en general”, acusó.
La crisis en ese país se agudizó a partir de abril de 2018 con el estallido de multitudinarias protestas en contra del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, para exigir democracia y libertad.