Qué es el «efecto Matilda» que invisibiliza a las mujeres en la ciencia

«¿Te imaginas qué hubiera pasado si Einstein habría nacido mujer? Probablemente hoy no sabríamos quién es Einstein».

Con esta pregunta disparadora y una respuesta para la reflexión, comienza la campaña «No more Matildas» (No más Matildas), impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) de España.

La iniciativa -que empezó en el país europeo en enero y ya traspasa fronteras traducida a varios idiomas- busca concientizar a la sociedad sobre la poca visibilidad que tienen las mujeres en el ámbito científico.

También pretende recuperar los nombres de las mujeres de la ciencia que fueron silenciados y olvidados, llevándolos a los libros escolares con la idea de despertar ejemplos y la vocación científica de las niñas.

«Ya iba siendo hora que se recuperen tantas figuras perdidas, no solo porque es de justicia histórica, sino porque pueden ser modelos que cambien para siempre la percepción que tienen las niñas acera de la ciencia y lo adecuadas que son para ellas», le dice a BBC Mundo Carmen Fenoll, presidenta de AMIT.

Pero ¿por qué les dicen Matildas a las mujeres de diferentes ámbitos de la ciencia que fueron silenciadas? ¿Quién empezó a llamarlas así?

«Efecto Matilda»
Este fenómeno de suprimir la contribución de las mujeres en el desarrollo de inventos o en la investigación, y también el reconocimiento frecuente de su trabajo a sus colegas masculinos no es nuevo. Ha pasado durante siglos.

Una de las primeras mujeres en denunciarlo públicamente fue Matilda Joslyn Gage, una sufragista y abolicionista de finales del siglo XIX en Estados Unidos que luchó por los derechos de las mujeres y de las minorías.

Ella escribió un ensayo publicado en 1883 con el nombre Woman as an inventor («Mujeres inventoras») en el que describe este fenómeno pero no le pone un nombre.

«Aunque la educación científica a la mujer le fue negada enormemente, algunos de los inventos más importantes del mundo se deben a ella», escribió enumerando varios ejemplos.

Sin embargo, «la proporción de inventores femeninos (con patentes) es mucho menor que la de masculinos, lo que se debe al hecho de que la mujer no posee la misma de libertad que el hombre», analizó Gage en el artículo publicado en la revista The North American Review.

Ella fue víctima de ese mismo efecto que denunciaba. No porque fuera una inventora opacada por un hombre que le robara crédito sino porque fue silenciada por sus colegas y no reconocida debidamente por la historia, opinan investigadores.

Gage era una ferviente luchadora del derecho al voto de las mujeres y, sin embargo, fue apartada por sus propias compañeras feministas Susan B. Anthony o Elizabeth Cady Stanton (con quién escribió History of Woman Suffrage) y escasamente recordada en la historia del movimiento.

«Se pelearon y luego, cuando se escribió la historia, se eliminó a Matilda (…) Ella no recibió crédito», dice Margaret W. Rossiter, la historiadora científica estadounidense que acuñó la expresión «efecto Matilda».

Rossiter, quien es profesora retirada de la Universidad Cornell, de Estados Unidos, dedicó toda su vida a buscar nombres perdidos de mujeres científicas no documentadas en los libros. Y escribió tres. «Mientras más buscaba, más encontraba», asegura.

En su investigación, observó que este patrón de invisibilidad femenina se repetía una y otra vez en la ciencia.

Desde el hecho de que los hombres toman el crédito del trabajo de las mujeres, que las mujeres no ganan tantos premios como ellos, que no consiguen empleo en campos científicos o que son recluidas.

Claro que hay nombres conocidos como la doble Premio Nobel Marie Curie. «Ella era notable, pero era la excepción», advierte Rossiter.

Así en 1993 la historiadora decidió que este efecto de invisibilizar a las mujeres debería tener el nombre de Matilda Gage y lo escribió en un artículo académico.

«Fue más como una broma, pero llamó la atención de todo el mundo, lo cual es sorprendente», cuenta en una conversación telefónica con BBC Mundo.