Ellos mismos lo dijeron: “¡Backstreet’s back, alright!”.
Regresaron, y no en forma de fichas ni reliquias, lo hicieron como en sus mejores años, en los que muchos se atrevían a nombrar a los Backstreet Boys como la mejor boyband del mundo.
The Call sonó en el Palacio de los Deportes anoche, la primera de las consentidas. ¿A quién no le pasó por la mente el comercialote que el video hacía en ese entonces al celular que todo mundo quería tener? Un Sony Ericsson, por supuesto.
La gente se volvió loca. Esa fantasía que tenían por ellos, ese amor platónico que sentían por Nick, el niño bonito; o por su contraparte, A.J., regresó. Se les veía en los rostros a las fans, y también a los chavos que muy dentro de su corazón se las sabían, aunque lo negaran.
Había llegado una transición para tener Show me the Meaning of Being Lonely. Todos de pie, cantando, como si la soledad los abrumara en su interior. Y sí, para esta parte algunas mujeres ya lloraban, quizá de nostalgia o por algún amor de aquel entonces o actual, si algo tienen Howie, Brian, Kevin y compañía es el sentimiento prevaleciente en cada rola grabada desde los noventas.
Brian y Howie se esforzaron por hablar un poco en español. Fue un gesto suficiente para una fanaticada que sigue llenando sus shows.
Hubo que aplaudirle a la banda esta ocasión por tener sus voces lo más viscerales posibles, sin el pretexto de que es complicada la interpretación durante las coreografías, cada uno tuvo la oportunidad de mostrar que el playback que tanto se reclamó en su gira pasada por el Auditorio Nacional, estaba enterrado.
Las más rayadas estuvieron enfrente. Pudieron ver a los chicos pasearse, chocarlas con cada uno, más con A.J., que se dejó ver como el más alivianado de la banda. El romance de cerca con More Than That también fue íntimo en ese sitio.
Llegó el momento del favorito. Nick tomó el micro, para soltar clichés como el de la ciudad más linda es aquí o que están locos por nuestro país, pero al final una linda señal para una comunidad que le agotó los tres shows en el Domo de Cobre.
Cantó una rola de DNA, su más reciente disco, que aún no es tan conocido a juzgar por la poca respuesta de quienes repetían cada una de las letras. Igual, The Way It Was hizo una antesala para una de las más apasionadas, de las llegadoras del Black & Blue. Momento catártico para cada fan sin lugar a duda se vivió con Shape of My Heart, una sinfonía de dolor, soledad y arrepentimiento que dejó una señal de drama en los rostros. Hasta el calor se concentró en el lugar.
Kevin trae ese aire otoñal que, desde hace años, tiene cautivo el corazón de las fans. Cada camino, solo de voz, enfoque de cámara, cada cosa le era celebrada. Hubo que estar durante Drowning para descubrirlo, para sentir el tímpano inquieto por un alarido que puede igualarse sin problema al de las adolescentes que le gritan a Justin Bieber, a los Jonas o cualquiera de las actuales o desintegradas
boy bands, que algo tendrían que aprenderle a los BSB: la longevidad, porque ellos llevan 26 años sin parar.
Kevin de deshizo en elogios, algo más originales que los de Nick, hacia los mexicanos. A.J. le hizo segunda. Y alborotó las hormonas.
“¿Qué tal si Kevin y yo nos cambiamos aquí frente a ustedes?” Unos minivestidores, quesque privados, los vio quitarse la playera y los bóxers, que terminaron siendo un regalazo íntimo. “¡Qué los huelan!”, pidió una voz discreta de la grada. Chiste local que lastimosamente sólo se quedó en un pequeño grupo.
Muchos se preguntarán, ¿qué hace diferente a los Backstreet Boys?, ¿no se odian?, ¿no se aburren juntos? La química que hace posible el más del cuarto de siglo estuvo durante As Long As You Love Me. A.J. y Brian jugaban su propio jueguito de palmas tipo “Marinero que se fue a la Mari Mari Mar”, Kevin y Nick se reían juntos después de decirse algo.
Apenas terminaron y pidieron que a Brian le celebraran su cumple con unas Mañanitas breves. El cumpleañero ya tuvo su regalo y llegó el de los mexicanos con Nunca Te Haré Llorar, que la banda cantó en español para las más de 15 mil personas, que al cierre de esta edición aún esperaban éxitos como I Want It That Way, Larger Than Life y Everybody.
Y si algo estaba reservado el cierre de esta noche bajo el concepto del DNA, no eran precisamente las canciones del presente, sino un tren totalmente volcado al pasado.