Después de siete años de excavaciones en Lúxor, en el sur de Egipto, una misión arqueológica española ha descubierto que la tumba faraónica TT 209, sepultada tras siglos de lluvias, tenía oculto un tercer nivel y en su interior, una pareja de momias en el tercer nivel que presentan una gran particularidad: una perrita momificada que duerme sobre los pies de sus dueños.
El director del proyecto Dos Cero Nueve y profesor de Arqueología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Laguna (ULL), Miguel Ángel Molinero, aseguró que la arquitectura de la tumba «es mucho más original de lo que se esperaba».
En esta campaña recién finalizada, la misión española encontró indicios de la existencia de un tercer nivel, un factor crucial para poder identificar el periodo concreto de su construcción, ya que «solo las tumbas del Periodo Tardío se construyen en tres niveles», explicó Molinero.
Además, el arqueólogo descubrió una pareja de momias con una perrita momificada a los pies de sus dueños, un caso peculiar, ya que hasta el momento tan solo se han hallado cinco mascotas momificadas junto a humanos en Egipto.
Normalmente (las mascotas) van dirigidas a tumbas especiales. Pero los dueños (de la perrita) estaban tan apegados que quisieron pasar el resto de la eternidad junto a ella», explicó el arqueólogo.
La superestructura se ubica encima del valle y cubría las cámaras inferiores con tres niveles. La tumba 209 fue construida en la ladera norte del valle Hatasun, en la necrópolis de Tebas, capital del Egipto faraónico durante el Periodo Tardío y es la construcción más antigua que se conoce actualmente de la Dinastía XXV (747-664 a.C.).
El sitio donde se ubica la tumba es «poco común y peligroso» a causa de las lluvias que inundaron las cámaras y las cubrieron de sedimentos durante la época romana, un inconveniente para otros arqueólogos, que rechazaron excavarla.
No se podía ver nada cuando empezamos a trabajar. Estaba escondida y quedó completamente cubierta por los sedimentos, que son muy importantes porque nos ayudan a saber cómo eran las lluvias en la época tebana», afirmó el egiptólogo.
Pero tras años de esfuerzos para descubrir los secretos que se escondían en el fango, no solo descubrieron tumbas, momias, atuendos y todo tipo de vasijas que datan de diferentes épocas, como la Persa, y de dinastías del Antiguo Egipto como la Ptolemaica.
Hace dos años, los estudios del arqueólogo permitieron corregir la datación de la tumba, que ahora puede ser atribuida a esta Dinastía XXV, así como identificar el nombre de su propietario, Nisemro.
Nisemro, a pesar de sus orígenes nubios y distantes de los linajes egipcios, tenía el título de «supervisor del sello», uno de los rangos más importantes en el reino, solo por debajo del faraón.
De los jeroglíficos recién descifrados, se deduce que fue «un nubio muy prestigioso en Egipto, ya que fue enterrado según las costumbres nubias: en una tumba con cama», indicó Molinero, que agregó que Nisemro quiso «conservar sus tradiciones».