Brasil desactiva minas ilegales en la Amazonia

Un grupo de policías y guardabosques brasileños, fuertemente armados y encapuchados por los riesgos, lanzó una operación para desmantelar minas de oro y casiterita (un mineral fundamental para la obtención de estaño), en pleno corazón de la Amazonia, actividad ilícita que pone en riesgo la preservación de la mayor selva y de sus ríos.

Guardabosques entraron, asistidos por la escolta armada de la Fuerza Nacional, en dos reservas naturales del Estado de Pará, en plena Amazonía, para desactivar los “garimpos” (minas artesanales).

Durante dos días, cuatro aeronaves sobrevolaron el Parque Nacional del Jamanxim y el del Río Novo para identificar minas de oro y casiterita a cielo abierto en plena selva, y destruyeron ocho excavadoras hidráulicas y varios equipamientos, así como campamentos de los criminales ambientales.

“Es una tragedia ambiental porque la mina sigue el curso del río”, explicó Roberto Cabral, coordinador de las operaciones de Fiscalización en el IBAMA, entidad medioambiental brasileña, quien dijo que “el mercurio que usan para el relave y la separación del oro de otros componentes contamina todo el curso del agua”.

La mayor selva tropical del planeta, que ocupa más de 50% del territorio brasileño, ha sufrido en los últimos 30 años los efectos de la tala acelerada y corte raso, que va sucedida por la quema de los remanentes del bosque para abrir áreas de pasto para el ganado bovino o la producción agrícola.

La minería ilícita de oro se lleva a cabo, además, en condiciones miserables de trabajo, pues los mineros son llevados en avioneta hasta el corazón de la selva para explotar el oro para un “patrón”, con el que no tienen contrato o condiciones dignas de alimentación y vivienda.

La llegada del presidente electo, Jair Bolsonaro, supone, según organizaciones ecologistas, un recrudecimiento de la amenaza para la selva, pues el ex militar dijo que quiere “acabar con la industria de la multa” y sugirió que privilegiará el desarrollo económico por encima de la preservación.

Estadísticas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, en sus siglas en portugués) muestran que la deforestación en la Amazonia aumentó 36% entre junio y septiembre pasados. En esos cuatro meses, dos mil 414 kilómetros cuadrados de selva fueron arrasados, según el INPE.