Siete mujeres y cinco hombres serán los encargados de juzgar a Joaquín Guzmán Loera, «El Chapo», en Estados Unidos.
Esta mañana terminó la selección del jurado popular que durante varios meses tendrá que decidir si el sinaloense es culpable o no de los once delitos que se le imputan, entre ellos narcotráfico y lavado de dinero.
«Estamos satisfechos con el jurado seleccionado», dijo el abogado Eduardo Balarezo, confiado en que van a «cumplir con su deber».
Entre los seleccionados hay tres inmigrantes (una mujer polaca, una etíope y un hombre de un país sud-asiático); y tres que hablan español de forma fluida. Estos tres tuvieron que prometer que se ceñirían en su juicio en la versión de la traducción.
Todos, a excepción de una mujer, tienen alguna idea sobre el caso, ya sea porque reconocen el nombre de «El Chapo», han visto la serie de Netflix o les suena que vieron algo sobre «un cumpleaños de sus hijas».
Una de las seleccionadas trató en último momento escapar del deber judicial, cuando en lágrimas dijo al juez Brian Cogan en privado que no podía formar parte del grupo. No fue descartada, a pesar de la «abierta rebelión» que intentó. «Mi preocupación es que si la quitamos con unas pocas lágrimas tengamos un mar de lágrimas», coincidió otro de los abogados de «El Chapo», Jeffrey Lichtman.
Como en las veces anteriores, Guzmán estuvo presente en la sala. Su atuendo esta vez fue reciclado: el traje azul oscuro y el cinturón marrón del primer día, la camisa azul celeste del segundo, sin corbata. Siguió como siempre el proceso con detenimiento, sin ningún tipo de expresión especial y con bolígrafo y bloc de notas.
A los miembros del jurado todavía no se les ha tomado juramento, pero ya empezaron a estar en régimen de aislamiento parcial. O, lo que es lo mismo: se les advirtió que no deben comentar el caso con nadie y que, desde ya, sus traslados a la corte serán organizados por alguaciles.